miércoles, 13 de diciembre de 2006

Osa la melancolía...

Odio tener la sensación de pasear por la calle y ver como miles de ideas bañan mi imaginación, que renacen en mí sentimientos que intento expresar cuando estoy delante del papel y no consigo definir. Hace horas iba de camino hacia no se dónde y en busca de lo perdido encontré lo que añoraba... La encontré. Estuvimos paseando bajo el calor abrasador del rocío de mañana, las palabras eran tenues y melódicas dando fruto a una conversación fluída y entretenida... Hacía tiempo que no nos veíamos y las miradas corrían a libre elección, estaba preciosa y la débil luz del sol bañaba su rostro y formaba la escultura de una perfecta diosa. Andamos hacia un lugar y luego hacia otro, hasta ir a descansar al lecho de su pecho, donde pude apaciguar mi cabeza y encontrar mi propio nirvana: Hacía muchísimo tiempo que no me sentía así. La echaba de menos y era consciente de que el tiempo pasaba a duras penas y a duras penas la veía y ahora, en ese instante... La tenía ante mí, podía verla, tocarla y sentirla y pobre de mí que momentaneamente mi mente se veía bloqueada. Tanto tiempo y aún sigo sintiéndome como un chiquillo cuando la veo, cuando contemplo esa sonrisa de oreja a oreja, con esos labios tan seductores y esa mirada tan penetrante acompañado de su cabello de terciopelo. En un instante, su mano recorrió mi espalda y paralizado, contemplaba como mi piel se erizaba, como sentía ese anhelo de tenerla más cerca aún teniéndola en mis brazos, mis ojos la fueron desnudando lentamente y soñando con no despertar jamás de este sueño tan maravilloso, la besé... Delicadamente cogió su mano y me agarró el pelo, mordió levemente sus labios y sonriendo me hizo amarla un poco más, me incitaba a pecar penetrando en lo prohibido y prohibido estaba ya el mero echo de pensarlo... Me incliné, supliqué al que estuviera en poder de mi consciencia que me diera fuerzas para mantenerme al margen, no quería volver a la misma situación, nosotros dos besándonos e imaginando un mundo apartado de este tan ruín, donde poder estar juntos sin recibir críticas de los ojos que te miran, no quería volver a ese sufrimiento incesante que se apaga muy lentamente y nunca deja de existir, no quería sentir como se me escapaba de las manos y saber que la perdí por pensar que la tenía, no quería ilusiones efímeras que volverían al olvido, promesas escritas en un papel sin dueño, no quería volver a derramar mis lágrimas, solo, en mi cama... Pensando como a penas unas horas estaba abrazada a mí sin conocimiento de causa, solo dos enamorados que buscan su rato de libertad, fantasía y realidad... Que, inocentes de ellos resultan ser don nadies, pobre de mí, insolente mi alma cuando se ató a aquella extraña figura que me hizo encontrar la felicidad... Y hoy por hoy, nada es suficiente. Las calles me ahogan y no encuentro ese aire que me devuelva la vida, la oscuridad me hunde y no encuentro esa mano que lleve a la luz, la soledad se adueña de mi cabeza y no encuentro quién me salve: No la encuentro... Busco sin cesar, busco, busco, busco... Y no la encuentro. No quería volver a toda esta situación sin control, donde loco dejo moverme como una marioneta de papel, donde apenas un suspiro me libra de estos hilos que me conducen. Quédate junto a mí, líbrame de este mal que me está matando, hazme daño, solo tú sabes donde duele, arrópame con esas alas de ángel y dame a probar tu veneno, hazlo, pero quédate junto a mí, quiero que con el tiempo me des a conocer tu interior, que me ayude a encontrar mi salvación, y poder escribir estos versos con pasión de este triste corazón. Pero no, tuviste que marcharte nuevamente, alejándote y quedando cerradas todas las puertas que volviste a abrir, lo había todo entre tu y yo y equivocada estabas al pensar que nos faltaba algo, que no podía ser, que serías feliz sin mí. Volverás, sabes que volverás y aunque tu visita sea corta esta vez marcaré yo la voz de la razón, puede separarme la distancia de tu retrato y puede que ose a resignarme pero nunca rogaré al tiempo que mires al cielo y puedas recordarme hasta en el momento que unidos, frente a frente, me mires y correspondida acoplemos nuestras manos y la luna llore con este amor tan profundo. Necesito sentirte, quizás que no vuelvas a aparecer, quizás volverte a tener, no lo sé.. Solo sé que siento ganas de llorar y nadie puede calmarme, vuelo en el cielo oscuro y tu aroma lo baña, y, navegando por el sendero de tus curvas me siento protegido, sóplame y sé mi aire, sé mi aire...

Y poco a poco reflejo en este espejo que me cubre, nace ese sentimiento de culpa, esas pautas que me hacen reflexionar y hagan que te pida perdón, sabes que pusimos toda nuestra alma en ello y llenos de dudas declaramos fin a este amor... Me quemo por dentro, y tu ausencia... Dejó un fin sin final...

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